144

(Hoy sabéis que llega,
mañana veréis su gloria)

Hoy sabemos, Señor, que Tú vendrás ...
¡te tenemos tan cerca!

Adornaremos bien el alma.

Entre papeles, luces, colgaduras,
árbol de Navidad,
ángeles, musgo, piedras
está, Señor, tu cuna.

Ven a llenar el alma.

Luego retiraremos, limpiaremos
y para Ti será
la estrella, el foco, el ángel.

El alma será buena
y bella
y grata.

Para Ti será todo.

Y Tú vendrás, Señor,
¡te tenemos tan cerca! ...

142 (Sin título)

Dos alas de la noche
volaban con la muerte sobre el agua.

Llovía un aguacero
de lágrimas.

Y te llevaron, te llevaron lejos,
donde los brazos no alcanzaban,
donde la luz se hundía
en tinieblas sin alma,

Rugía en la corriente un llanto tenso
de búsqueda y dolor, de inútil esperanza;
una esperanza que se hundió en el barro
de la mañana.

El ángel de la muerte te llevó
por el camino de las aguas.

Tu carne no abrirá los ojos muertos
cuando retorne el alba,
se quedarán partidos los besos de tu madre
en tu mejilla helada;
el reír agitado de tus piernas
no correrá la casa,
y callarán tu nombre
cuando pasen las listas en el aula.

Tus compañeros, niños, quizá esperan
que vuelvas a sus juegos y a sus charlas,
a la clase, al pupitre
donde ayer dibujabas.

Pero no volverás. Tú ya te sabes
el "Chiquitín". Y el ángel que te guarda
querrá estudiar contigo para siempre
más allá del camino de las aguas.

A tus pies

Písame, Madre mía, como pisas,
Serena, la cerviz de la serpiente.
En el polvo, a tus pies, pondré mi frente
Cansada ya de afanes y de prisas
En búsqueda de gozos y de risas
Y flores y agua limpia en cualquier fuente,
- Alejado, ¡qué ciego!, del torrente
de tus amores y de tus sonrisas -.

Písame, que a tus pies, dicen, florecen
Por donde pisas Tú, gozos y flores
Y fervores de entrega y escalada,
Que sueño en flores que en mis manos crecen
Que yo he de repartir gracia y amores
Y lejos de tus pies no tengo nada.