martes, agosto 28, 2007

111 - NIÑA DE LOS NUEVE AÑOS

Balancea en el lago tus recuerdos
y baja en una barca
a las islas más bellas
de tu infancia.

Niña de los nueve años,
abre tus ojos
a la ilusión
de los canales
y al camino de espuma, que se queda
detrás de ti.

(Desde tan lejos, hoy te siento cerca
de los colores vírgenes
de las Isletas)

Mira hacia el cielo, y en tus ojos negros
serán las garzas cúspide serena
y blanca
sobre las ramas de las ceibas;
y quedarán atrás.

Atrás se quedan,
elevadas,
flores de loto, abiertas
abiertas quizá para escuchar unos instantes
tu risa blanca y fresca.

Granada queda lejos,
hundida en la mañana azul y quieta,
y detrás de la fronda de un quelite
pierde la catedral su gris silueta.

Alza tu mano, arráncale unas hojas,
niña y traviesa,
al genízaro añoso
que a tu paso se arquea

Niña de los nueve años.

(Un piche inmóvil, negro, me recuerda
tus pasos
en mis sendas.
Tu recuerdo en sus alas,
niña de negro, a mis instantes vuela.)

La barca balancea con ternura,
niña de los diez años, quizás porque te lleva
a los doce, a los quince, al año y día
en que nació tu amor a la vida nueva.

= +++ ==== +++ =

Desde ese instante viajaremos juntos,
me tomas de la mano y me sujetas
y me señalas con el dedo
la vida y la belleza.

- Mira aquella barquita
y mira como reman
los niños ...

(Dame un remo
y remaré contigo, hasta que pueda,
quizás hasta que cansado
en tus brazos me duerma.)

- Mira las golondrinas
mira como se vienen y se alejan.

(Dame, madre, su vuelo;
yo seré golondrina blanca y negra
y buscaré tu risa de nueve años
que anidó en estas selvas.)

- Allá los cocoteros
en el azul se cuelgan.

(Déjame unos instantes,
me voy a preguntarles si recuerdan
que te vieron pasar,
niña de los nueve años, a su vera.)

- Allá en las ramas de los cocoteros
tiemblan en el azul los nidos de oropéndolas.

(Levántame en tus brazos, quiero ver si me dejan
su vuelo y sus colores
para que tú los veas
más cerquita, en tus manos,
y después, si tú quieres me lo enseñas.)

- ¿Ves allá entre las ramas
de chilamates y de ceibas
un ranchito?

Tu dedo curiosea
conmigo unos instantes
y el ranchito se oculta en la maleza

Niña de los nueve años.

Ya la tarde se llega
y se extiende, a contraluz,
su tela de color, araña inmensa.

Volveremos despacio
sobre el agua serena;
y crecerás y creceré
diez años, veinte, treinta.

Rodeada de luz,
Granada se aparece a tus ojos que sueñan
el misterio sin fondo
de la paz incompleta.

Volverás a sus calles
y te conocerán todas sus puertas,
niña de los nueve años;
yo miraré, quizás, sin que me veas.

O quizás tú me llevas de la mano,
muy despacito, niño, por la acera,
mientras vuelvo los ojos a mirar,
niña y madre de negro, a las Isletas.
Otaú y Managua, 26 y 28-12-62.