Poema 86 (3.V.1961)
3-5-61
Muchas veces un niño ...
nunca un muchacho fuerte
y enamorado.
Mis manos ya son grandes
y cogerán
a Dios.
Tú no viste la Sombra
de Dios sobre tu carne;
yo no veo la fuerza
de Dios sobre mis manos.
El poder y la sombra
no son luz y color en nuestros ojos.
Con todo el poderío
de mis labios,
Señora, quiero amarte
como muchacho enamorado.
Etiquetas: Arte, Escuela Pía, Literatura
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